Dennisse Montañez
El Halconazo, también conocido como la Matanza del Jueves de Corpus, fue un trágico episodio de represión estudiantil ocurrido el 10 de junio de 1971 en la Ciudad de México. En este evento, un grupo paramilitar llamado Los Halcones, entrenado, financiado y protegido por el gobierno mexicano del entonces presidente Luis Echeverría, atacó brutalmente una manifestación pacífica de estudiantes.
Contexto histórico
A finales de los años 60 y principios de los 70, México vivía un clima de tensión política y social, especialmente entre estudiantes y el gobierno. La masacre de Tlatelolco en 1968, en la que cientos de estudiantes fueron asesinados o desaparecidos durante una protesta, marcó un precedente de represión. En 1971, nuevas manifestaciones estudiantiles surgieron en diversas partes del país, incluyendo la Universidad Autónoma de Nuevo León y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para exigir mejoras en la educación y protestar contra la imposición de reglamentos autoritarios.
¿Quiénes eran Los Halcones?
Los Halcones eran un grupo paramilitar integrado principalmente por exmilitares, expolicías, luchadores, boxeadores y jóvenes provenientes de barrios populares. Fueron entrenados en artes marciales y tácticas de combate urbano para actuar contra movimientos sociales y estudiantiles. Su organización estuvo bajo la dirección del coronel Manuel Díaz Escobar y contaban con apoyo logístico y respaldo policial y militar. Este grupo estaba armado con rifles y palos, y operaba con total impunidad y encubrimiento por parte de las autoridades del gobierno priista, que veían en la disidencia estudiantil una amenaza para el orden y estabilidad política.
Los hechos del 10 de junio de 1971
Ese día, alrededor de las 5 de la tarde, miles de estudiantes (aproximadamente 8,000) marchaban pacíficamente por las calles de la Ciudad de México para manifestarse en contra de la represión y nuevas regulaciones universitarias. La marcha, que partió de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, fue interceptada por Los Halcones, quienes emboscaron a los manifestantes en la zona de la Calzada de Tlalpan y San Antonio Abad, desplegándose desde azoteas y puntos estratégicos. Atacaron a los estudiantes con palos, rifles y disparos de fuego real. La represión fue brutal y rápida.
El saldo oficial nunca fue claro ni uniforme. Diversas fuentes estiman entre 32 y 400 muertos, además de decenas de heridos y detenidos. La gran mayoría de las víctimas fueron jóvenes estudiantes. Muchos cuerpos nunca fueron localizados o fueron enterrados en fosas clandestinas.
A pesar de la gravedad, el gobierno negó inicialmente la magnitud del suceso y trató de minimizarlo. Solo después de presión pública, se reconoció la existencia de Los Halcones y su implicación en la violencia.
El presidente Luis Echeverría, quien entonces era jefe de gobierno de la Ciudad de México y posteriormente presidente de la República, se deslindó públicamente de la represión, aunque existen evidencias claras de su responsabilidad política y apoyo a los paramilitares.
Como resultado, el jefe de gobierno capitalino, Alfonso Martínez Domínguez, y el procurador de justicia de la Ciudad de México Pedro Ojeda Paullada, fueron destituidos. Sin embargo, ninguna de las autoridades responsables directas o indirectas fue juzgada.
En 2006, se cerró la Fiscalía Especial para Movimientos del Pasado sin que se hubieran hecho justicia real, dejando impunes los crímenes cometidos.
El Halconazo es un símbolo de la violencia sistemática del Estado mexicano contra movimientos sociales y estudiantiles. Representa la continuidad de una política de represión violenta iniciada años antes, especialmente tras la masacre de Tlatelolco en 1968. Este evento contribuyó a la radicalización de sectores estudiantiles y al surgimiento de movimientos guerrilleros urbanos en la década de los 70, en un contexto de violencia y autoritarismo. 
En 2021, al cumplirse 50 años de la masacre, organismos internacionales como la ONU-DH y diversas organizaciones de derechos humanos exigieron justicia, verdad y reparación a las víctimas y sus familias. Instituciones educativas como la UNAM organizaron exposiciones, debates y documentales para mantener viva la memoria histórica y recordar las consecuencias de la represión estatal.
Pese a la trascendencia del evento, su recuerdo ha sido en ocasiones ignorado o minimizado en conmemoraciones oficiales, lo que evidencia la dificultad que tiene México para enfrentar su pasado reciente y garantizar el derecho a la memoria y justicia.
En conclusión, el Halconazo del 10 de junio de 1971 fue un episodio de violencia política y represión contra la juventud estudiantil de México, perpetrado por un grupo paramilitar con el respaldo del Estado. A medio siglo, sigue siendo una herida abierta en la historia mexicana, un recordatorio de la necesidad de la justicia, la verdad y la defensa de los derechos humanos.
Testimonios de sobrevivientes
Pedro Jiménez, estudiante presente en la marcha:
"Recuerdo el caos y el miedo. Sentí las balas pasar cerca y a mis compañeros caer. Nadie esperaba tanta brutalidad, creíamos que era solo una protesta pacífica."
María Elena Rodríguez, activista universitaria:
"Los Halcones llegaron como fantasmas armados, nos golpearon con toda la violencia posible. Muchos de nosotros fuimos detenidos y torturados después. Esos días cambiaron nuestra vida para siempre."
Carlos Martínez, testigo directo:
"Vi cómo disparaban desde las azoteas y cómo la policía solo miraba. Fue un ataque calculado, una cacería de estudiantes. La impunidad sigue siendo el peor castigo."
fuentes: La matanza del jueves de Corpus, fotografía y memoria, Unidad Política Migratoria, INEHRM.