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Desigualdad que enfrentan las infancias, una realidad

Durante esta etapa es importante vigilar siempre el interés superior de la niñez, la no discriminación y evitar el adultocentrismo

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en México hay cerca de 40 millones de menores, de los cuales, casi la mitad vive en pobreza; siete de cada 10 infantes y adolescentes cuentan con al menos una carencia social y 10.7 por ciento de los niños y jóvenes se encuentran en rezago educativo.

Sin embargo, en esta etapa de la infancia se debe propiciar una vida plena y saludable para los menores y así prevenir padecimientos y carencias, para lo cual es preciso tomar en cuenta aspectos psicológicos y determinantes sociales centrados en la protección de los derechos humanos.

Un aspecto importante que no se debe descuidar cuando se trata de las infancias, es vigilar siempre el interés superior de la niñez, la no discriminación y evitar el adultocentrismo. 

Para ello es fundamental fortalecer los mecanismos orgánicos, jurídicos, así como el presupuesto para reforzar los mecanismos de protección de la niñez y adolescencia. Y por supuesto, vigilar el presupuesto público destinado a los mecanismos de protección de la niñez y adolescencia, para la eficiencia de las funciones, el logro de objetivos y la transparencia de su uso.

Adultocentrismo, desafío para derechos humanos de los niños

Sin embargo, los menores se enfrentan al problema del adultocentrismo donde las infancias no son prioridad para los gobiernos, ya que no existe el presupuesto suficiente para atender de manera precisa e integral, los problemas que afectan a los pequeños.

Y es que la problemática mayor que desafían los niños a la hora de que se hagan válidos sus derechos, es que los privilegios de los adultos se anteponen a los de los menores, pues las personas mayores de edad gozan privilegios por el simple hecho de ser adultos.

Hoy en día, es muy común normalizar que un menor es inferior a un adulto, ya que se tiene la creencia que los niños son seres incapaces de pensar, sentir y tomar decisiones, pues su debilidad y vulnerabilidad se asocian al orden natural de las cosas, lo que a los ojos de las personas adultas los convierte en seres frágiles e inferiores, porque la sociedad y la cultura así lo han definido.

Pero los derechos humanos de los niños, implican considerar a los menores como sujetos de derecho que están en desarrollo y que, por ende, tienen que contar con todas las medidas de protección que su condición de personas menores de 18 años requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado.

La mirada adultocéntrica no es algo nuevo, pues a través de la historia de las instituciones sociales como la familia, escuela, Iglesia, Estado, entre otras, se ha perpetuado esta forma de ver a los menores de edad. 

Vulnerabilidad por género

A esto se debe sumar otro factor de vulnerabilidad, que es el género: las niñas son más propensas a sufrir abuso sexual y ser víctimas de delitos como la trata sexual. Pero también las juventudes de la diversidad sexual, padecen crímenes de odio por su preferencia sexual e identidad de género.

Sin embargo, ante esta desigualdad que permea en este sector de la población por los graves números de desigualdad, es necesario que se empleen políticas públicas a favor de la niñez, y sobre todo que sean factibles en su realización, a través de la asignación correspondiente en el Presupuesto de Egresos de la Federación, pues sin estos recursos para la protección y salvaguarda de los derechos de los menores, lo anterior se queda en un simple discurso sin que se pueda garantizar su pleno desarrollo, además de una vida sana y sin violencia.


María Fernanda Ocelotl 25 de abril de 2023
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