Morelenses gastan en promedio menos de 7 mil pesos al año para proteger sus hogares
Según el INEGI, el gasto anual en seguridad por hogar en Morelos cayó respecto a 2017, pese al aumento en la percepción de inseguridad
Omar Maldonado.
En un contexto de creciente inseguridad, los hogares morelenses destinan cada vez más recursos a protegerse. Sin embargo, el gasto promedio en medidas de autoprotección en el estado es de 6 mil 665 pesos anuales, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De acuerdo con Ricardo Torres Carreto, coordinador estatal del Inegi en Morelos, este monto representa una disminución respecto al año 2017, cuando el gasto promedio alcanzó su punto más alto, cercano a los 10 mil pesos por hogar.
El fenómeno forma parte de una tendencia nacional documentada en la más reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), la cual estima que el costo total de la inseguridad y el delito en los hogares del país fue de 269 mil 600 millones de pesos en 2024.
La industria de la prevención
Durante la última década, medidas que antes eran consideradas excepcionales —como instalar alarmas, cámaras de videovigilancia, contratar seguridad privada o incluso adquirir armas de fuego— se han vuelto comunes en miles de hogares mexicanos, dando pie a lo que expertos denominan una “industria de la prevención”.
Dicha industria, advierten especialistas, representa no sólo una carga para el presupuesto familiar —quitando recursos a rubros como educación, salud o alimentación— sino también un factor que acentúa la desigualdad social, al ser más accesible para familias con mayores ingresos.
Más allá de rejas y candados
La Envipe clasifica las acciones preventivas en seis rubros principales: cambio o instalación de cerraduras y candados, modificación de puertas o ventanas, colaboración vecinal, colocación de rejas o bardas, compra de perros guardianes, y un grupo de “otras medidas” que incluye sistemas de alarma, contratación de vigilancia privada, adquisición de seguros, armas de fuego o incluso el cambio de residencia.
Hasta hace diez años, las estrategias más comunes se limitaban a las medidas físicas tradicionales. Sin embargo, hoy se observa una creciente preferencia por tecnologías de vigilancia y mecanismos más radicales, reflejando el cambio en la percepción ciudadana sobre el riesgo y la necesidad de autodefensa.