Redacción
Khyber Pakhtunkhwa: epicentro de la tragedia
La provincia noroccidental de Khyber Pakhtunkhwa ha sido la más golpeada, con 417 muertes registradas. Tan solo en las últimas 24 horas, se reportaron al menos 20 nuevos fallecimientos, 17 de ellos en el distrito de Swabi, según confirmó Sara Malik, portavoz de la NDMA.
Entre las víctimas se encuentran al menos 30 menores de edad. La semana pasada, más de 350 personas murieron en esta misma región en un lapso de apenas 48 horas.
Las lluvias han provocado que arroyos de montaña se transformen en violentos torrentes, arrasando aldeas completas. En el distrito de Buner, se registraron más de 150 mm de lluvia en una sola hora, debilitando estructuras y causando el colapso de viviendas, principal causa del 32.3% de las muertes reportadas.
Alerta extendida: se esperan más lluvias
El presidente de la NDMA, teniente general Inam Haider, advirtió que las condiciones climáticas seguirán siendo críticas al menos hasta finales de agosto, con probabilidad de dos o tres nuevos episodios intensos de lluvia en las próximas semanas.
Las autoridades meteorológicas han extendido la alerta hasta el 10 de septiembre, ante la posible continuidad de precipitaciones dentro del ciclo monzónico actual.
Apoyo gubernamental y ayuda humanitaria
El gobierno pakistaní ha desplegado equipos de emergencia, maquinaria pesada y suministros esenciales como tiendas de campaña, mantas, medicinas y generadores eléctricos. El primer ministro Shehbaz Sharif anunció que su gabinete donará un mes de salario para apoyar las labores de socorro.
"Estamos utilizando todos los recursos disponibles para rescatar cuerpos y asistir a las familias afectadas", declaró Nisar Khan, comisionado de distrito.
Un país golpeado por desastres climáticos
Pakistán figura entre los países más vulnerables al cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos. En 2022, una histórica temporada de lluvias monzónicas dejó más de 1,700 muertos y un tercio del país bajo el agua, con pérdidas económicas estimadas en más de 30 mil millones de dólares.
La actual emergencia vuelve a poner en evidencia la fragilidad de la infraestructura y la necesidad urgente de políticas de mitigación y resiliencia frente a desastres naturales.