Dennisse Montañez
Río de Janeiro vivió uno de los episodios más inhumanos de su historia reciente tras una megaoperación policial realizada el 28 de octubre de 2025 en los complejos de favelas de Penha y Alemão, al norte de la ciudad. El saldo oficial asciende a 132 muertos, lo que convierte esta incursión en la más mortífera jamás registrada en Brasil.
Una operación sin precedentes
Más de 2 500 agentes de distintas corporaciones policías civil, militar y fuerzas especiales participaron en el operativo, cuyo objetivo era desarticular al Comando Vermelho (Comando Rojo), una de las organizaciones criminales más poderosas del país.
Durante la acción se emplearon helicópteros, vehículos blindados, drones y armamento de guerra, mientras los grupos criminales respondían con barricadas y explosivos. Vecinos relataron escenas de pánico, fuego cruzado y destrucción en calles estrechas y viviendas humildes.

El saldo humano
El número de fallecidos, 132 personas, incluye cuatro policías, mientras que el resto serían presuntos miembros de bandas armadas. Sin embargo, organismos de derechos humanos sostienen que entre las víctimas habría civiles no involucrados.
Además, 113 personas fueron detenidas y se incautaron armas automáticas, fusiles y explosivos. Las imágenes de los cuerpos tendidos en las calles provocaron una ola de indignación y protestas en todo el país.

Reacciones y controversia
El gobernador Cláudio Castro defendió la operación, calificándola como “la mayor en la historia del estado” y argumentando que “Río está en guerra contra el narco-terrorismo”.
Por su parte, Amnistía Internacional y diversas ONG denunciaron posibles ejecuciones extrajudiciales y un uso desproporcionado de la fuerza, exigiendo una investigación independiente.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva se dijo “horrorizado” por la magnitud de la violencia y pidió esclarecer los hechos con total transparencia.


Impacto social y político
Durante el operativo se cerraron escuelas, se suspendió el transporte público y cientos de familias quedaron atrapadas en medio del fuego cruzado.
El baño de sangre en Río ocurre a las puertas de que Brasil reciba la cumbre mundial del cambio climático, la COP30, que se celebrará el 6 y 7 de noviembre en Belém, en plena Amazonia, a más de 3 000 kilómetros de distancia.
El presidente Lula será el anfitrión de la cumbre, que reunirá a líderes de todo el mundo para debatir políticas ambientales, mientras el país enfrenta una nueva ola de violencia interna que ha sacudido su imagen internacional.
