Dennisse Montañez
En Gaza, el hambre ha sido utilizada como un arma de guerra, según denuncian organizaciones como Save the Children, Human Rights Watch y la ONU. Desde que Israel impuso un bloqueo total el 2 de marzo de 2025, la entrada de alimentos, medicinas y suministros ha sido severamente restringida, provocando una crisis humanitaria sin precedentes.
Testimonios desgarradores de niños que expresan su deseo de morir “porque en el cielo hay comida” reflejan el nivel de desesperación que se vive en la Franja. Hasta julio, se reportaron al menos 147 muertes por desnutrición, 88 de ellas de menores, siendo la más reciente la de Zainab, una bebé que murió pesando menos de dos kilos.
Organizaciones internacionales acusan al gobierno israelí, encabezado por Benjamín Netanyahu, de cometer genocidio por inanición, al destruir deliberadamente infraestructura clave como panaderías, molinos y almacenes de alimentos. Además, se ha bloqueado el acceso a toneladas de ayuda humanitaria que se encuentran retenidas fuera e incluso dentro del territorio gazatí.
La ONU califica la situación como una “hambruna masiva deliberadamente construida”, y Save the Children señala que “la inanición como método de guerra es un crimen de guerra”.
Expertos advierten que el silencio internacional y la falta de acción han permitido que esta tragedia se profundice. Más de 244,000 personas ya viven en condiciones catastróficas, y los 2.1 millones de habitantes de Gaza siguen atrapados entre falsas promesas y bloqueos que los condenan a morir de hambre.
A pesar de que la ayuda existe y está lista para ser entregada, las trabas políticas y militares impiden que llegue a quienes más la necesitan. Lo que en otros conflictos serían corredores humanitarios, en Gaza se han convertido en trampas de muerte, donde incluso los intentos por conseguir un costal de comida terminan en enfrentamientos entre los propios palestinos, desesperados por sobrevivir un día más.