Dennisse Montañez
Felipe Hernández, comerciante y padre de cuatro hijos, fue asesinado a golpes dentro de su propia tienda de ropa en Molina de Segura, al sur de España, a manos de su hijo mayor. El ataque ocurrió la mañana del 19 de julio, cuando el agresor, de 35 años, acompañado de su hermana de 31, irrumpió en el local. Las cámaras de seguridad captaron la escena: sin previo aviso, el hombre lanzó a su padre al suelo y comenzó a patearlo con violencia mientras la joven observaba.
Felipe logró ponerse de pie tras la golpiza. Salió tambaleando, con el rostro ensangrentado, y cerró la puerta del negocio. Caminó algunos metros por la calle mientras pedía ayuda: “Me han pegado mis hijos”, gritaba. Alcanzó a cruzar la acera antes de colapsar. Murió en plena vía pública, sin que nadie pudiera auxiliarlo a tiempo.
“No vamos a parar hasta que te pase algo”
La historia detrás del crimen es tan brutal como predecible. Felipe había denunciado a sus hijos al menos 12 veces en los últimos años. Las razones variaban: robos, amenazas, insultos, acoso dentro de su negocio. A pesar de su insistencia, las autoridades no emitieron ninguna orden de protección efectiva. El patrón de violencia familiar que vivía era conocido por vecinos y allegados, pero ignorado por el sistema.
Según relató su hermano José Hernández a medios locales, todo comenzó tras su separación, hace más de una década. Felipe dejó el hogar familiar, acreditó a nombre de su exesposa e hijos 12 propiedades y se quedó únicamente con la tienda, que había sido de su padre. Se refugió en el trabajo, pero nunca dejó de ser hostigado.
El castigo por rehacer su vida
“Todo empeoró cuando empezó a salir con Toñi y a mostrar su felicidad en redes sociales”, contó su hermano. La familia lo consideró una traición. En lugar de distanciarse, sus hijos comenzaron a acecharlo con más frecuencia. Lo buscaban, lo insultaban, le decían que se iba a morir.
Felipe vivía con miedo. El acoso se volvió sistemático. Sus hijos llegaron a robarle llaves, a entrar sin permiso en su tienda y a acosarlo en plena calle. Nadie detuvo esa violencia. Nadie lo escuchó.
El hijo agresor fue detenido y se encuentra en prisión preventiva. La hija, que presenció los hechos sin intervenir, enfrenta cargos por omisión de socorro, pero fue liberada con medidas cautelares. Hasta ahora, las autoridades no han respondido públicamente sobre la inacción frente a las denuncias previas.