Redacción
A casi cuatro años de que 175 países aprobaron impulsar el primer tratado internacional para frenar la contaminación por plástico, el acuerdo permanece detenido. Lo que debía finalizarse en 2024 para ser ratificado en 2025 se encuentra hoy en un limbo diplomático, luego de que la última ronda de negociaciones en Ginebra fracasara sin un consenso y sin una nueva fecha para reanudarlas.
El principal obstáculo es la resistencia de un bloque de países productores de petróleo —liderados por Arabia Saudíta — que rechazan cualquier intento por limitar la producción de plástico. A este grupo se sumó recientemente la administración de Donald Trump, que advirtió que no aceptará un tratado que incluya recortes en la fabricación de estos materiales.
Organizaciones ambientalistas consideran que esta postura responde a los intereses de industrias petroleras y petroquímicas que ven en el plástico una salida económica ante la disminución prevista en el uso de combustibles fósiles.
El Comité Intergubernamental de Negociación (INC), encargado de redactar el acuerdo, enfrenta ahora una batalla interna por su presidencia tras la renuncia del diplomático ecuatoriano Luis Vayas-Valdivieso.
Cuatro países —Chile, Irak, Senegal y Pakistán— buscan liderar el proceso. La elección será el 7 de febrero en Ginebra y es considerada clave para recuperar la confianza e impulsar nuevamente las conversaciones.
Mientras tanto, organizaciones civiles exigen que el tratado aborde toda la cadena de vida del plástico —incluida la producción— y que, cuando no exista consenso, se permita votar para evitar bloqueos que paralicen el proceso.
La urgencia es evidente: según el Pew Research Center, cada año terminan en el ambiente 130 millones de toneladas de plástico. Sin acciones contundentes, esta cifra podría elevarse a 280 millones para 2040, el equivalente a verter un camión lleno de residuos plásticos cada segundo.
La producción mundial, que en 1950 era de dos millones de toneladas, supera hoy las 450 millones y podría llegar a 680 millones en 2040. Estudios coinciden en que limitar la fabricación es imprescindible.
Además del daño ambiental, la Organización Mundial de la Salud advierte sobre los efectos tóxicos de miles de compuestos presentes en el plástico, relacionados con enfermedades hormonales, renales, reproductivas y cáncer.
La falta de avances abre un debate entre los países más ambiciosos: ¿vale la pena firmar un tratado débil solo por lograr un consenso?
Para algunos expertos, un mal acuerdo podría perpetuar la crisis durante generaciones; otros advierten que la gravedad del problema no permite esperar condiciones geopolíticas más favorables.
Ante el bloqueo, comienza a tomar fuerza la idea de que una coalición de países consumidores negocie un tratado alternativo que establezca reglas más estrictas y presione a los productores a sumarse para no perder acceso a sus mercados.
Por ahora, el futuro del acuerdo global contra el plástico sigue incierto, mientras la contaminación avanza más rápido que las negociaciones.
