Redacción
Hiroshima, 80 años después: entre la amenaza nuclear y la esperanza de un mundo sin armas atómicas
La ONU recuerda el devastador impacto de la bomba atómica en Hiroshima, mientras advierte sobre el resurgimiento de la amenaza nuclear y destaca señales de esperanza en el desarme global.
A 80 años del bombardeo atómico de Hiroshima, el mundo conmemora uno de los episodios más oscuros de la historia moderna. El 6 de agosto de 1945, en un instante, Hiroshima fue arrasada por una bomba nuclear lanzada por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Decenas de miles de personas murieron al instante, y muchas más sufrieron las consecuencias durante décadas. Ese día, la humanidad cruzó un umbral sin retorno.
En una ceremonia conmemorativa celebrada en el Monumento a la Paz de Hiroshima, la alta representante de la ONU para Asuntos de Desarme, Izumi Nakamitsu, leyó un mensaje en nombre del Secretario General, António Guterres, destacando no solo el recuerdo de las víctimas, sino también el legado de paz de los hibakusha, los sobrevivientes del bombardeo.
“Ustedes, los habitantes de Hiroshima, no solo reconstruyeron una ciudad: reconstruyeron la esperanza”, afirmó Nakamitsu.
El recuerdo como llamado a la acción
El acto reunió a sobrevivientes, familiares, delegaciones de más de 120 países y representantes de organizaciones internacionales. Durante su intervención, Nakamitsu subrayó la importancia de escuchar y preservar los testimonios de los hibakusha, considerados una fuerza moral global para la paz.
La funcionaria también destacó un acto simbólico ocurrido en mayo: la siembra de retoños de un árbol de caqui que sobrevivió al bombardeo, ahora plantados en la sede de la ONU en Nueva York. “Son más que símbolos de supervivencia, son testimonios vivientes del espíritu humano y de nuestro deber compartido”, señaló.
La amenaza persiste: armas nucleares como instrumento de presión
A pesar de los avances en desarme, la alta representante advirtió que el riesgo de un conflicto nuclear vuelve a aumentar. Señaló que la confianza entre naciones se está deteriorando y que las armas nucleares, lejos de ser erradicadas, son nuevamente utilizadas como herramientas de coerción en conflictos actuales, como los de Ucrania y Medio Oriente.
En la misma línea, el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, alertó sobre la creciente normalización de las armas nucleares en el discurso global.
Señales de esperanza y compromiso global
A pesar de este panorama preocupante, también hay señales de esperanza. Uno de los momentos más destacados fue la entrega del Premio Nobel de la Paz 2024 al grupo antinuclear japonés Nihon Hidankyo, que representa a los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki. El galardón fue entregado semanas después de que la Asamblea General de la ONU aprobara el Pacto para el Futuro, reafirmando el compromiso de los Estados con un mundo libre de armas nucleares.
Nakamitsu instó a los países a traducir estos compromisos en acciones reales, fortaleciendo tratados clave como el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) y el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN).
“Recordar el pasado significa proteger y construir la paz hoy y en el futuro”, concluyó.
Hiroshima en la memoria del periodismo
El impacto de Hiroshima no solo fue político y humanitario, sino también mediático. Un año después del bombardeo, el mundo conoció los horrores vividos en la ciudad gracias a un extenso reportaje titulado Hiroshima, escrito por John Hersey y publicado por The New Yorker. Con 30.000 palabras y un tono sobrio, la crónica expuso los efectos devastadores de la bomba a una generación marcada por la posguerra.
“Tengo una copia original de esa edición. Su portada es inocente: un dibujo veraniego en el parque. Nadie imaginaba lo que encontraría dentro”, relató la documentalista británica Caroline Raphael.
A 80 años, un llamado urgente
La conmemoración de Hiroshima no es solo un ejercicio de memoria, sino una advertencia. En un mundo marcado por tensiones geopolíticas y renovadas amenazas, la historia de Hiroshima sigue siendo un recordatorio urgente de lo que está en juego.
El mensaje es claro: la paz no es automática; debe ser construida, protegida y defendida activamente.