La noche de aquel jueves 12 de septiembre de 2013 transcurría como todos los días para don Luis Estrada García a bordo de su taxi, un Tsuru con el que todos los días salía a trabajar para llevar el sustento a su hogar, sin embargo, su vida daría un giro al levantar a dos jóvenes mujeres quienes sonrientes le hicieron la parada sobre Plan de Ayala para trasladarse hasta Cuautla, por el rumbo del balneario Agua Hedionda, lugar donde aparecieron 8 hombres quienes lo privaron de su libertad.
“Llegando a Cuautla por el rumbo de Agua Hedionda me salen como 8 fulanos armados, me bajan de mi coche y me suben a otro para llevarme a una casa donde permanecí encerrado por 10 días; me pidieron los datos de mis familiares para que hicieran llamadas porque querían dinero, me exigían 300 mil pesos que no podía trabajar porque soy taxista”.
Don Luis, usa además aparatos especiales para poder escuchar con nitidez porque padece de sordera, sin embargo, éstos le fueron arrebatados por los secuestradores por lo que lo dejaron en total silencio, amarrado, golpeado, con hambre y con el temor de perder la vida en caso de no pagar la cantidad que le exigían a la familia y que sabía no podrían reunir por falta de recursos.
“¡Siente uno que ya no sale libre, que ya no la cuentas! por no poder pagar el rescate. El último día me sacaron de una casa de seguridad para trasladarme a otra, pero siempre agachado”.
El hombre recuerda entre lágrimas el momento en que, ante la negativa de su familia, por falta de recursos, para pagar los 300 mil pesos de rescate que sus secuestradores le exigían, le fue amputado el antebrazo.
“Con machete, me pusieron la mano sobre un ladrillo y ahí aventaron los machetazos. Yo siento que ellos quieren el dinero en un dos por tres porque diez días que estuve ahí se les hicieron eternos, estaban nerviosos”.
En 20 años como taxista don Luis había sufrido asaltos, algunas discusiones menores por diferencias con el pasaje, sin embargo, ese 12 de septiembre su vida cambió para siempre, luego de que le amputaron el brazo, los plagiarios le aplicaron un torniquete con unas bolsas de plástico para evitar que se desangrara y lo aventaron en un terreno baldío, por fin había sido liberado, sin un brazo, pero libre al fin.
“Le explique que había sufrido un secuestro y que me habían arrumbado por ahí por lo que me dijo que fuera a pedir ayuda a una casa donde una familia me llevó a la entonces Procuraduría para iniciar con mi denuncia. Fui enviado al hospital para mi atención por las heridas”.
Los secuestradores fueron detenidos y sentenciados a 30 años de prisión, y aunque Luis considera que la condena no es justa dice no guardar rencor en su corazón.
“Yo no soy quien, para juzgar, solo DIOS es el que se encarga”.
Luis a pesar de que hoy no tiene un brazo sigue siendo taxista y lucha para sacar a su familia adelante, familia que sufrió la pérdida de su vivienda tras un incendio ocurrido hace algunas semanas y que los dejó en la calle”.