En el municipio indígena de Coatetelco las ofrendas a los muertos son colgantes, donde sobre una cama de hojas de plátano colocan flores de cempasúchil, velas, jarros de agua, sal, pan, fruta, chocolate e incienso y platos de mole o comida y fruta, en el “huacapechtle” que es un tejido de otates (bambú nativo de México) que pende del techo con tirantes de lazo, de donde cuelgan a la par calabazas, mazorcas o herramientas de trabajo.
La primera ofrenda que se lleva al panteón para los muertos es cada 28 de septiembre en la víspera de la celebración de San Miguel. Y del 28 de octubre al dos de noviembre, son las ofrendas colgantes.
El 28 de septiembre cada una de las tumbas se decoran con cruces coronas de flores de papel y sobre ellas ponen la ofrenda que comparten y que las nuevas generaciones denominan como la “elotiza” ya que el maíz es el cultivo predominante de las tierras de temporal, además del cacahuate y la calabaza.
El director de cultura Nicolás Sánchez Silverio, reconoce estas ofrendas prehispánicas tiene la influencia de la religión católica y en ese sincretismo religiosos surge esa particularidad de las ofrendas colgantes que son únicas en nuestro estado de Morelos.
El 28 de octubre, se ofrenda la calabaza para las animas “solas” y de personas que murieron en forma trágica o violenta o “los matados”, se ofrenda el dulce de calabaza. Y después hasta el 31 de octubre se pone ofrenda a los niños y a los que murieron antes de nacer. Y la fiesta para recibir las almas de todos los muertos es el primero de noviembre y se levanta el dos de noviembre.
Participa toda la familia en la preparación de la ofrenda, desde los niños, jóvenes y adultos. A los hombres les corresponde ir por el carrizo o los otates y tejer el “huacapechtle” y colgarlo al techo y ver que resista, les toca también moler en la “forma” la semilla de pipián previamente tostada (calabaza) para el mole, las mujeres tienen la tarea de preparar previamente el chocolate, tablilla, y comprar los trastes de barro, el pan y lo que haga falta para poner en la ofrenda, aunque eso lo van comprando poco a poco. A los niñas y niños les toca desojar las flores de cempasúchil para hacer los caminos, y los collares de flores con las que decoran la ofrenda.